Rosquillos de naranja

Ya sabéis que yo no soy muy de dulces, me siento más cómoda trabajando con elaboraciones saladas pero ultimamente estoy haciendo un gran esfuerzo en publicar de forma habitual algunas cosillas de repostería. La cuaresma tiene sus dulces típicos, al igual que ocurre en Navidad y me apetecía traeros alguna de esas recetas, pese a que en mi zona no existe una verdadera tradición de dulce de cuaresma.

Los rosquillos de naranja son muy típicos en algunas zonas, existen variantes con anís (mi suegra los hace con anís), pero desde que aprendí a hacerlos siempre los he hecho con naranja. Existen varias versiones de este dulce (como siempre ocurre) yo leí esta receta en el blog de Ana María Gutierrez, Cocinando entre olivos y me parece tan buena y siempre me ha dado tan buen resultado que no he tenido necesidad de cambiarla. Tan sólo le he hecho una mínima modificación.

Los rosquillos si los conservamos en una lata tapados aguantan perfectamente varios días y tardan bastante en ponerse duros, con las cantidades que os doy os saldrá una buena fuente, aunque como la forma de calcular las medidas es tan sencilla podéis ir subiendo o bajando cantidades de manera segura y cómoda.

Ingredientes

2 Huevos
400 gramos de harina
Misma medida del huevo de zumo de naranja
Misma medida del huevo de aceite de oliva
Misma medida del huevo de azúcar
2 sodas litines
Ralladura de una naranja
Ralladura de un limón
Azúcar para emborrizar
Aceite de girasol para freír

Meterse en faena

Cascamos los huevos en un vaso o bol y necesitaremos la misma cantidad de su volumen de zumo de naranja, azúcar y aceite de oliva, mirad esta foto.

Yo usé 2 huevos, podéis hacer más o menos cantidad, con 2 huevos salen rosquillos para 4-6 personas.

Ponemos los huevos, el zumo, el azúcar y el aceite en un bol y batimos muy bien, una vez tengamos todo bien batido añadimos las ralladuras de naranja y limón, integramos.

A continuación añadimos las sodas litines, para quien no los conozcáis son un preparado que va separado en dos sobres, uno blanco y otro morado o azul, cuando hablo de añadir las sodas cada soda está compuesta por los dos sobres, un sobre sin el otro no causa efecto.

Nuestra mezcla comenzará a burbujear y se formará una especie de espuma, es lo normal que tiene que pasar.

Entonces añadimos la harina, en la descripción de ingredientes he puesto 400 gramos, pero en esta receta esa cantidad es orientativa, la masa es blandita, no debe quedar dura nunca, pero yo uso huevos camperos que son pequeñitos, si usáis de la L o XL vais a necesitar más harina, en la siguiente foto veréis el aspecto que debe tener la masa.

Tapamos con papel film y llevamos al frigorífico unas dos horas, es importante reposar la masa, si no como es blandita nos resultará imposible manipularla. Pasado ese tiempo, sacamos, nos untamos las manos con aceite de oliva y cogemos pequeñas porciones, hacemos primero un rulito de masa y luego cerraremos sobre sí misma e iremos friendo en abundante aceite de girasol caliente, el aceite no debe estar muy, muy fuerte. Como esta masa es blanda hay que ir haciendo rosquillos y echando en el aceite, no podemos prepararlos primero y freírlos después si no se nos romperán (ya hice la prueba).
Una vez estén bien dorados sacamos y todavía calientes emborrizamos en azúcar.

Y ya están listos para disfrutarlos con un buen café.