He de reconocer que ésta no era la entrada que tenía pensada
para hoy, pero esta mañana he encendido la panificadora, sin tener una clara
idea del pan que iba a hacer. Hasta que me he encontrado curioseando por
internet el
Bloc de Recetas de Salomé
y me he quedado prendada de la cantidad de panes que tiene y lo bien que lo
explica. Si alguno de vosotros está interesado en el tema del pan os aconsejo
que la visitéis que seguro que os aclara muchas cosas, yo no conocía ese blog y
desde ya me he hecho muy fan.
Le he hecho dos leves modificaciones a su receta, he usado
aceite de oliva en vez de girasol y leche entera en vez de semidesnatada.
También he enrollado el pan de manera diferente (yo es que voy siempre a mi
aire, ya os lo he dicho).
En las fotos veréis que el pan está más moreno por abajo que
por arriba, eso ha sido fallo mío, he escogido un tipo de horneado medio y por
eso quedó más dorado por un lado que por otro. No pasa nada, el pan está
buenísimo, sabe a pan de molde pero sin ese regusto a industrial, la miga es
esponjosa y en casa nos ha encantado.
Ingredientes
150 Gramos de agua
150 gramos de leche entera
2 cucharadas de aceite de oliva
3 cucharadas de miel
500 gramos de harina de trigo de fuerza
1 y ½ cucharaditas de sal fina
15 gramos de levadura fresca
Meterse en faena
Sacamos la cubeta de la panificadora, le ajustamos las
cuchillas y le incorporamos los ingredientes en el orden que están descritos.
Encajamos la cubeta en la panificadora, cerramos la tapa y
seleccionamos programa 1 si deseamos un pan más compacto (es el que yo he
hecho) o programa 2 si deseamos un pan con miga más ligera y corteza más
blandita.
Seleccionamos el peso (750 gramos) y el tipo de horneado, yo
he escogido horneado medio.
Hay que ir observando la masa, si quedan restos de masa
adheridas a las paredes debemos recogerlas con una pala de silicona, si la masa
estuviera demasiado líquida hay que añadir un poco de harina durante el segundo
amasado hasta que tenga una consistencia más firme aunque un poco pegajosa. Si
la masa está muy seca hay que añadirle una cucharadita de agua.
Que la masa esté más o menos seca depende de la sequedad de
la harina, con las mismas cantidades pero harinas más o menos húmedas nos dará
un resultado diferente. Sólo hay que vigilar un poco la masa para comprobar que
ni es muy húmeda ni muy seca, no es complicado.
Cuando acabe el segundo levado podemos dejar que se concluya
el programa así y hornear el pan tal cual (es conveniente retirar las cuchillas
de amasado ayudándonos con el gancho que trae la panificadora específico para
esa tarea) o bien parar la máquina y
retirar la masa de la cubeta sobre una superficie enharinada. Yo he retirado la
masa y he aprovechado para quitarle las cuchillas, si no se sacan, el pan horneará
con ellas. He doblado la masa de un extremo a la mitad y del otro también, y la
he girado y he repetido la operación, dándole una forma más o menos cuadrada. Esta
masa es un poco pegajosa por eso es conveniente coger la masa por abajo, que es
dónde estará impregnada de harina.Yo he dejado la parte que cierra la masa
hacia arriba porque quería ver si el pan cogía una forma más rústica y que no
saliera tan uniforme como los panes de molde industriales.
Limpiamos la cubeta de restos de masa que pudiera tener, y
depositamos la masa dentro, arrancamos de nuevo la máquina y dejamos que hornee
hasta que finalice el programa, nos avisará con una serie de pitidos.
Con ayuda de unos guantes de horno sacamos la cubeta de la máquina
y volteamos para que caiga el pan, giramos las ruedas que hay debajo de la
cubeta para ayudar a soltar el pan más fácilmente. Dejamos sobre una rejilla
para que enfríe completamente.
Y ya lo tenemos listo para comer, sano y sencillo, la
máquina lo hace casi todo por nosotros.